Con su premisa de vida de intentar ser buena persona por encima de todo, tiene claro que para llegar a cualquier sitio hay que ser una persona humilde y lo demás viene por el camino. Muy soñadora, pero los sueños acompañados de muchos esfuerzos, es lo que hace de «Anita» un ejemplo de superación tanto en la pista cuando corre, como fuera de ella.
Ana empezó jugando al golf, pero la genética acabó haciendo de las suyas.
El ruido de motores y el olor a gasolina corren por sus venas.